JERUSALEM

Creada en 2023 producida por Theatre Bielefeld

“un juego que parece desquiciar las reglas de la gravedad y el equilibrio y que,
al mismo tiempo, se caracteriza por una estética fascinante. Los cuerpos entran en
contacto unos con otros, se anudan y entrelazan en constelaciones siempre nuevas.”

SINOPSIS

Dijo Meister Eckhart que ‘toda movilidad es un morirse’. Si nada permanece quieto, por tanto, si la vida está constantemente circulando y moviéndose, hasta aquello que no podemos ver, entonces nuestro tránsito como cuerpos no es sino una danza de la muerte. Quizá porque toda búsqueda de un punto de apoyo, o de un lugar propio en el espacio, sucede dentro del tiempo. Por ello la inocencia se opaca, tarde o temprano, la calma llama a la lucha, lo unido pide fragmentarse, y hasta el amor más puro reclama sangre.

Moverse es caer, y en el vuelo de esa caída, ofrecer algo que no responda al paso del tiempo, sino a la necesidad presente.

No pueden lavarse tus manchas, Jerusalem, pero déjame que las acompañe. Yo te entrego mi vida, ahora, por un brillo cegador.

NATURALEZA DEL PROYECTO

¿Es el ser humano originalmente bueno y limpio? Y si lo es, ¿cómo se precipita su caída? ¿Es inevitable? ¿Podemos sostenerla con gracia? ¿Podemos convertirla en belleza? ¿Sería eso un acto estético, un acto político, un acto de amor, o son las tres cosas lo mismo? ¿Puede la danza contener algo así?

Dijo Meister Eckhart que ‘toda movilidad es un morirse’. De forma análoga, este espectáculo propone un descenso de la pureza hacia la decadencia a través del movimiento.

Once bailarines se reparten una esfera que orbita alrededor de sí misma. Sobre este carrusel – trasunto de la movilidad cósmica, de la circularidad que crea y destruye, simultáneamente – cobran cuerpo distintos paisajes y organismos, más y menos reconocibles. Cada imagen responde a una búsqueda de lo esencial durante el tiempo que dura una caída. A la luz de esta premisa, surge un movimiento lento, pausado, de precisión quirúrgica, como si los cuerpos en escena estuvieran manejando artefactos explosivos: ese es su lenguaje y su compromiso para con la verdad. Las formas que crean y abandonan, no obstante, acaban por sucumbir al giro y por convertir su naturaleza original y diamantina en algo corrupto, salvaje, en conflicto permanente. ¿Podrían / podríamos caer tan bajo que el único movimiento posible, al final de la entrega y la lucha, sea un movimiento de vuelta hacia arriba?

El coreógrafo Sharon Fridman pone una vez más en escena su investigación y práctica personal (INA) basada en la gravedad, el equilibrio y el contacto. Su enfoque hacia la creación de nuevos patrones de estabilidad y de encuentro es, ante todo, una búsqueda de lo auténtico en cada un@, cualidad que solo se revela gracias a la escucha y la cooperación entre los cuerpos – o lo que es igual, a partir de su disponibilidad plena

En esta nueva propuesta, Sharon Fridman aborda una expresión más sintética y desnuda de su lenguaje, una disección de la estética que ha ido invocando a lo largo de su trabajo previo. El acento está puesto, ahora, en mostrar detalladamente el viaje que emprende la forma desde un compromiso interno hacia una imagen externa, bella por cierta, y cierta por necesaria.

COREOGRAFÍA:

Sharon Fridman

COMPOSICIÓN:

Luis Miguel Cobo

ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO:

Sebastian Ellrich

ILUMINACIÓN:

Johannes Paul Volk

DRAMATURGIA:

Alban Pinet

COLABORACIÓN COREOGRÁFICA:

Sarah Deltenre, Melania Olcina

DIRECCIÓN DE FORMACIÓN:

Sarah Deltenre

ASISTENTE DE DANZA:

Evelyn Knorre-Bogdan

AYUDANTE DE ESCENOGRAFÍA:

Lydia Peters

DIRECCIÖN DE ESCENA:

Thomas J. Scharf

MEDIACIÓN Y TALLERES DE DANZA:

Kerstin Tölle

DIRECCIÓN TÉCNICA:

Markus Pockrandt